miércoles, 6 de noviembre de 2024

Aprendí



Llegamos a un punto en que no estamos para nadie,
incluso no estamos para nosotros mismos.

Y aprendí que no importa,
A veces, el no estar para uno también es bueno.

Aprendí a quererme no queriéndome,
a importarme incluso cuando dejé de importarme.

Llegué a un punto donde nada me consume,
ni la gente, los pensamientos, ni siquiera tú.

Aprendí a disfrutarme en la congoja de mi corazón,
acrisolado en la complejidad de mis pensamientos,
a ser feliz sin la ornamenta de ser y de pensarte,
a ufanarme en la trivialidad de los momentos.

No dudo en soltar lo pernicioso,
ni en abrazarme a la beldad de estar solo…

Ricardo M. Guerra

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